Frase

"El problema de la historia es la historia del problema."
- Hegel

viernes, 18 de noviembre de 2011

Mier y Alamán, Publicistas historiadores

Este escrito es una pequeña comparación historiográfica entre Lucas Alamán y Servando teresa de Mier. Parte de un trabajo de Historiografía mexicana del Siglo XIX.

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Fray Servando Teresa de Mier y Lucas Alamán, publicistas historiadores.

La historia de México comenzó a escribirse antes de que México mismo existiese. Fue el siglo XVIII, repleto de aportaciones de los ámbitos literario, filosófico, científico y mecánico, en el cual se cultivó y germinó el sentimiento de ser mexicano; si bien es cierto que es en el porfiriato donde se forma como tal la unidad nacional, es 1780 el año en que Francisco Xavier Clavijero escribe “Historia antigua de México”, texto con el cual se da inicio a la historiografía mexicana, a la historia de México, décadas antes de que exista una nación independiente, o incluso, una nación imaginaria.

La obra mencionada en el párrafo anterior fue la primera realizada en defensa de un territorio que el mismo libro denominaba “México”, escrita además utilizando recursos literarios de el más elevado nivel, acompañado de sólidos argumentos filosóficos y lógicos. El libro poseía pues una intencionalidad bien definida – realizar una apología de “México”, en un periodo en el cual las ideas “anti americanas” eran populares en los círculos intelectuales europeos. Francisco Xavier Clavijero escribe el libro desde el exilio, puesto que los jesuitas habían sido expulsados de los reinos europeos, y se refugiaban en el Vaticano, rodeando a la única autoridad que obedecían, el Papa.

Creo que se sobreentiende el hecho de que el padre Clavijero no era para nada el genio que había inventado a México y lo acababa de presentar al mundo en su “Historia antigua..”; era sin duda el primero en defenderlo utilizando los mismos métodos de quienes en ese momento dirigían sus obuses hacia lo americano; pero el se encontraba plasmando ideas que circulaban ya entre los hombres letrados de América.

Cuando el libro de Clavijero vio la luz, otro hombre de investidura religiosa se encontraba en un periodo formativo, y absorbiendo de manera crítica todo cuanto podía leer; Fray Servando Teresa de Mier, el continuador de la obra de Clavijero y sin duda uno de los más apasionados defensores de México, así como crítico de lo europeo.

¿Qué estaba sucediendo en esas últimas décadas del siglo de las luces? Se estaban formando naciones, el americanismo comenzaba a brotar a lo largo del continente. Aquí y allá había cada día más hombres que cuestionaban las ataduras de Europa con América, dando origen a sentimientos de odio y amor. No se debe pensar que dichas ideas surgieron de manera espontánea en la mente de los “americanos”, simplemente por que vivían dentro del siglo de las luces; las causas del descontento hacia Europa deben de buscarse en la economía, es ella la que siempre da las respuestas en cuanto a motivaciones para realizar grandes cambios políticos, la economía mueve a las masas, y las masas a la historia.

Contando pues con motivos económicos de peso para desear separarse de Europa, los miembros de las germinántes naciones americanas debían reivindicar su postura ante el mundo y unificar a sus futuros compatriotas para luchar por la causa común. Para ello ¿qué mejor herramienta que la historia?.

Es por ello que en cuento tuvieron la posibilidad (y si no la tenían la crearon) comenzaron a realizar trabajo histórico en serio, el futuro de sus proyectos dependía de ello. Los hechos históricos son igual que los recuerdos, no existen de manera objetiva, sino que se construyen en la mente de quien los invoca, en este caso el historiador; es entonces que comienzan a crear dichos sucesos históricos, fundamentar las bases de sus peticiones, comenzar en el inicio, en aquel origen mítico y utópico, esencial en cualquier nacionalismo, aquel pasado del cual la nación se vio desviada por algún acontecimiento trágico y violente, pero que se encuentra presente en la memoria histórica y por el cual se luchará para “llegar al futuro del pasado”.

Fray Servando Teresa de Mier fue un hombre que llegó a dominar el concepto de producción histórica como base justificante de demandas políticas. Por un lado él careció de una obra maestra histórica, un “libro de libros” sobre la historia; por el otro, y al acercarnos a la lectura de su obra, nos damos cuenta que su producción histórica nunca cesó, toda su obra era histórica; sus cartas, memorias, tratados, ensayos, folletines y demás escritos, se encontraban siempre llenos de alusiones históricas, en en estos escritos breves donde sus historia es plasmada, por lo que nos demuestra que él utilizaba a la historia como un recurso retórico más en sus argumentaciones. En Teresa de Mier no existe una separación entre su obra y su obra histórica, todos sus escritos eran argumentaciones y litigios políticos, y en todas la historia es la basa sobre la cual construye su argumentación.

Es de destacar la manera en que historia y política se unen de una manera tan homogénea en la obra de Mier; orador consumado, retoma de manera brillante el concepto ciceroneano de oratoria y política, los cuales para el litigante romano eran inseparables de la historia. Con elocuencia digna del orador de Arpino, Servando Teresa esgrimía su ideario político respaldado con cañones cargados de metralla histórica; por lo tanto cuando la pasión lo envolvía, se lanzaba a defender postulados históricos que son ahora insostenibles (tal como el cristianismo Azteca); no obstante el hecho de que se dejase llevar por su ideario político y que defendiese a capa y espada falacias históricas, no queire decir que su investigación histórica era incorrecta.

Si se observan sus escritos, se verá la manera en la cual él recurre a numerosas fuentes internacionales, se encontraba en una perpetua lectura de lo que se publicaba, así como leyendo documentos antiguos y visitando archivos históricos. Sus conjeturas y deducciones se apoyan en fuentes, no realiza afirmaciones sin antes haber realizado investigaciones previas, y cada que le es posible indica la procedencia de sus fuentes, para que su obra sea sujeta a comprobación o verificación por sus pares. Es así como encontramos en éste hombre un método histórico no muy primitivo, por el contrario, que demuestra ya rasgos característicos del oficio del historiador; sin embargo su marca más prominente y que considero el eje central de su historia, su principio dominante, es la manera en que realiza la fusión de historia con política, al grado en el cual en su retórica política la historia será un elemento indecantable.

Dicho principio dominante se puede distinguir a primera vista en otro hombre que también formó parte de la primera generación de historiadores mexicanos; pero que al ser comparado con Mier, se presenta como la antítesis del dominico. Lucas Ignacio José Joaquín Pedro de Alcántara Juan Bautista Francisco de Paula Alamán y Escalada, fue quiza e, hombre cuyo manejo histórico se asemeje más al del padre Mier, pero en sentido opuesto.

Calificado por Edmundo O`Gorman como un hombre que debido a sus ideas sobre gobierno y religión era: “un hombre digno de haber nacido en la Alta Edad Media”. Paladín de la monarquía, defensor en todo momento no del catolicismo en sí, sino del derecho del catolicismo a ser la religión obligatoria de toda la nación mexicana.

Por una lado tenemos la frase de O`Gorman para ilustrar el pensamiento político de Alamán, no obstante, dicha cita no explica su pensamiento económico, y por el contrario, lo contradice. Lucas Alamán fue uno de los liberales económicos más “puros” que México ha tenido, sus ideas acerca de la produccion, distribución e intercambio de bienes eran las de el liberalismo ingles de Adam Smith y David Ricardo. Recortar los gastos de producción al mínimo posible, fomentar el uso de crédito por los pequeños y medianos propietarios, impulsar a la propiedad privada; eran algunos de sus postulados.

Lucas Alamán, fue un hombre sumamente letrado, sobre todo en el ámbito de las ciencias exactas o naturalez, pero cuyo dominido del castellano les valió el sobrenombre de “La pluma de oro”. Y es recurriendo a sus dotes lingüísticos y literarios como decide tomar a la historia como un arma política, con la cual no procura forjar identidades o darle impulso al México independiente; sino que pretende utilizar a la historia para cimentar su proyecto político – el de la monarquía católica totalitaria.

Cuando se leen los escritos de Alamán, se aprecia la manera en que la historia se encuentra insertada en su discurso, es una herramienta retórica con la que robustece su discurso y emplea como depósito de parque. Sólo con un dominio profundo de la historia podía soportar los embistes de los liberales políticos que se encontraban en plena justificación mora de la independencia mexicana.

Al igual que todos los que necesitan argumentar un proyecto político ambicioso para el futuro, Alamán encontró en la historia el pasado mitificado y utópico al cual aspiraba regresar; por supuesto que para él no era el pasado prehispánico, sino la Nueva España durante la regencia de los Borbón. Es por ello que realiza grandes estudios económicos y estadísticos, puesto que pretende demostrar la gran calidad de la economia mexicana durante el periodo virreinal; su estudio histórico se centra sobre todo en la última centuria del virreinato, así como en la independencia y primeros años de la república mexicana.

El conocimiento histórico que nace del oficio de Alamán es de carácter comparativo, demuestra que todo tiempo pasado fue mejor, y que todo lo que se construya sobre las bases del antiguo régimen triunfará, lo que no, esta destinado al fracaso. Dicha filosofía de la historia se puede apreciar en diversos estilos de publicaciones que posee, en sus cinco volúmenes de “Historia de México”, se encuentran plasmados los ejercicios históricos comparativos, en los cuales realiza el rescate de la moral antigua, la monarquía y la cristiandad, esa obra, junto con sus “Disertaciones sobre la Historia”, constituyen publicaciones formales, dirigidas a los grupos letrados del panorama mundial, y ante los cuales presenta sus ideas y “evidencias históricas”.

Del otro lado de la mesa tenemos su vasta obra hemerográfica y de panfleto, como redactor de periódicos conservadores, Lucas Alamán arrojaba argumentos y contrargumentaba a los partidarios de una república representativa en México. Sus publicaciones hemerográficas se encontraban dirigidas al público en general, y de todos los estratos de la población mexicana. Al Igual que el padre Mier, Lucas realiza una apología de su programa político, en la cual la historia aparece como una de sus herramientas principales, puesto que ella “le da la razón” sobre la viabilidad de su programa político y sus éxitos históricos. Estas publicaciones de revistas o panfletos se encuentran llenas de historia, todo postulado discursivo se encuentra respaldado por bases históricas; pero lo interesante es que no se conforma de datos históricos aislados, sino que Alamán realiza viajes continuos del pasado al presente y del presente al pasado de una manera muy dinámica, y a lo largo de dichos viajes va retomando elementos de los distintos periodos que le sirven como municiones, y los aplica a la realidad.

Lucas Alamán y Servando Teresa de Mier, hombres que se confrontaron activamente en la escena política, ambos representando a bandos contrarios en el debate político mexicano. Incluso en alguna ocasión, cuando Teresa de Mier pronunció un discurso elocuente en el congreso atacando a los conquistadores españoles, Alamán se apresuró a la bóveda en donde se encontraban los restos de Hernan Cortés, y los ocultó para evitar que pudiesen ser dañados en la trifulca causada por el discurso de Servando.

Teresa de Mier y Lucas Alamán crearon historia de una manera metódica, no sólo recurriendo a fuentes orales y escritas, sino realizando una critica de fuentes, utilizando su criterio para dar forma a su creación histórica.

A pesar de que estos autores tuvieron ideas radicalmente opuestas, ambos compartían la misma visión de la historia, en la cual ella aparece como la herramienta más eficaz y sólida para sostener un programa político. Fueron pioneros en rescatar la visión romana de la historia, tan utilizada por Cicerón en su oratoria, y destacaron por la similitud de su concepción histórica, y por la cual contrastaban con los historiadores que les eran contemporáneos, historiadores que no utilizaban a la historia para insertarla de una manera tan práctica en sus discursos, sino con la intención de crear valores cívicos y patrióticos.

Quizá la diferencia de Alamán y Mier con respecto a sus contemporáneos surge por la función que estos autores desempeñaban en la política, eran publicistas, su función era la de escribir a favor de su programa político, desacreditando a los programas con los que rivalizaban; pudiese ser que de ello devenga la gran similitud del uso que ambos le dan a la historia, y a la manera en que crean historia; pues como ya había mencionado, la historia no tiene una existencia objetiva, sino que se crea conforme a la necesidad del historiador.

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