Texto escrito para analizar la obra "La Colonización de lo imaginario" de Serge Grunzinski. En donde se pantea la prentuta ¿el libro de Gruzinski puede ser considerado un trabajo de historia de las mentalidades"
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La
colonización de lo imaginario, de Serge Gruzinski : un análisis de Mentalidades
y Representaciones sociales.
Martín Correa Arce.
Fue en Francia, durante la
década de 1920 en donde surge la “historia de las mentalidades”; pues es en
dicha conjunción de temporalidad/espacialidad en la cual Lucien Febvre y March
Bloch construyeron la “Nueva historia”. Ni la fecha ni el lugar fueron
coincidencia, ya que durante el siglo XIX la corriente positivista hubo llevado
los paradigmas para la construcción del conocimiento válido hasta posiciones
que resultaban no sólo indefendibles, sino insufribles. En Francia el
positivismo alcanzó una influencia sumamente notable, especialmente en las
humanidades y ciencias sociales, y con el fin de la primera guerra mundial, fue
más que evidente la necesidad de interpretar la realidad desde otras
perspectivas – la ruptura era inminente.
Fundamentándose en sus
profesores de lingüística, psicología, sociología y geografía; estos hombres
iniciaron una creación de conocimiento histórico que no se centrase en los
“tambores y trompetas”, sino que pusiese énfasis en las estructuras
cognoscitivas, perceptivas e interpretativas de los sujetos de estudio. Es en
dicho contexto en el cual la historia de las mentalidades emerge.
Las décadas transcurrieron,
y junto con ellas lo hicieron también las generaciones de Annales; cada generación aportando algún punto de vista novedoso,
sin perder de vista la finalidad, utilizar las disciplinas posibles para formar
un panorama amplio y profundo de las sociedades. En este ámbito, pocos
conceptos tan vagos, aglutinantes, útiles y fascinantes, como el de las mentalidades.
Cuando se realiza un estudio
de las mentalidades, se está aproximando a la estructura mental del sujeto;
dicho de otra forma, a la manera de pensar, y lo que se halla detrás de esta.
Esto es, encontrar la causalidad de la estructura cognoscitiva y del
pensamiento mismo.
Realizar historia de las
mentalidades no es algo sencillo, el historiador requiere de diversas
herramientas, las cuales no son propias de su disciplina, por lo cual debe
realizar una incursión a campo ajeno. No obstante dichos esfuerzos son bien
remunerados cuando culminan. Esto se debe a la riqueza documental que dichas
investigaciones aportan a la comprensión histórica, pues ¿qué puede tener mayor
relevancia para comprender un proceso histórico, que el tener una idea cercana
a la realidad acerca de la manera en la cual los actores concebían el contexto
y su devenir?.
Fue así como dio inicio una
revolución historiográfica que fue abarcando diversos campos de la historia,
medieval, económica, renacentista, gastronómica, estética, urbana, cotidiana,
griega, romana, etc. Un marco de estudio al que le hubiese sido imposible
escapar de esta revolución es el de la historia de la conquista de América.
En dicho marco muchos
estudios se han realizado, allí podemos ubicar a la obra del francés Serge
Gruzinski, quién no sólo teorizó al respecto de las mentalidades, sino que
trabajó construyendo un conocimiento histórico que las tomase en cuenta al
grado de guiar o proporcionar todo sentido a su investigación.
En su libro titulado La
colonización de lo imaginario Sociedades indígenas y occidentalización en el
México español. Siglos XVI XVIII; recurre precisamente a las mentalidades, no
como un concepto útil para desarrollar o guiar su investigación, sino como
núcleo central y razón de ser de la misma.
Para escribir la obra,
Gruzinski toma la temporalidad descrita en el nombre de su libro, aunque es
cierto que realiza algunas menciones a códices más antiguos, no es necesario
que él ahonde en ellos, puesto que la estructura mental con la que estos es
elaborada así como el imaginario empleado permanecen intactos en los primeros
años posteriores a la conquista.
Si bien la sola llegada de
los españoles a las costas mesoamericanas constituye un gran cambio al
imaginario indígena, es un cambio de carácter aditivo más que estructural. El
imaginario se expande para integrar barcos, acero, barbas, arcabuces; pero
dichas aportaciones no reemplazan la iconografía existente, y de manera más
importe, dejan sin modificación a la estructura cognoscitiva, perceptiva e
interpretativa. Esto es, los indígenas perciben y comprenden a todas las
imágenes nueves desde su perspectiva autóctona.
Gruzinski se acerca a la mentalidad
prehispánica por medio de los códices, y a mi parecer no pudo encontrar una
manera más adecuada para internarse en ellas. De por sí el arte es un reflejo
de su contexto de producción, autor, sociedad y tiempo salen a la luz en los
trazos de la pintura; sin embargo los códices no eran “pinturas” en el sentido
occidental del concepto; lo eran sólo en cuanto que para su elaboración se
recurría a pinceles y tinta para plasmar imágenes.
Mas el concepto de “códice”
como lo comprendían los nativos es algo que se encuentra fuera de nuestro
imaginario, ni posee un equivalente directo. El códice narra y describe, pero
también otorga y forja identidad; lo más importante es quizá, el hecho de que
códices están interpretando una realidad y reflejando una cosmovisión; son
filosofía, religión, misticismo y vida.
El problema es que los
conceptos a los que acabo de hacer referencia son occidentales, y de la misma
forma en que occidente carece del “códice”, Mesoamérica carecía de ellos, sin
embargo podríamos decir para cuestiones de comprensión, que la conjunción de
ellos (y arte) tienen como resultado a los códices; tomando en cuenta que la
suma de las partes, en ciencias sociales y humanidades, nunca es igual al producto.
La pregunta de investigación
empleada por el autor me parece sumamente intrigante y oportuna, ¿cómo se dio
el cambio del códice al libro?, ¿qué implicó el precitado cambio?.
Y es que evidentemente no se
trata de una cuestión estética. El códice es una narración descriptiva por
medio de imágenes en un plano bidimensional y carente de perspectiva (entendida
como el concepto artístico de profundidad) de una realidad. Mientras que la
escritura europea realiza una descripción no visual, en un plano unidimensional
– horizontal; las letras obligan al lector a crear su propia imagen mental sin
guías ni pautas.
En cuanto a especificidad y
detalle de descripción, ninguna de ellas posee más que la otra, pero si la
tienen en parámetros muy diferentes, pues corresponden a imaginarios y
mentalidades distintas; es por ello que el paso de una a la otra implicó
necesariamente una transformación en el imaginario y posteriormente en la
mentalidad.
Serge, primero nos describe
la yuxtaposición que se plasmó en los códices elaborados una o dos décadas
posteriores a la toma de Tenochtitlán; fenómeno que consiste en una apertura
del imaginario indígena para incorporar lo europeo. Se puede observar, no
obstante, que la mentalidad nativa no ha cambiado. Esto se vislumbra en la
manera por la cual los tlacuilo acomodaban los glifos en el códice; esto era
sin seguir los cánones de estética u orientación europeos. Estilización,
distribución, estética e interpretación continúan siendo autóctonos, las
imágenes de origen europeo se encuentran, pero bajo los estándares indígenas.
Sin embargo la introducción
del alfabeto se da periódicamente, primero a manera de nombres, posteriormente
indicaciones, para ser proseguidas por descripciones; el incremento de la
presencia literaria fue inversamente proporcional a la disminución de la
especificidad en los glifos y a una degradación en técnica, estilo y fondo.
El proceso fue complejo, la
explicación de él no lo es. La mentalidad autóctona fue aplastada y reemplazada
por la occidental. Un cambio en la distribución del espacio en un códice,
significa que el tlacuilo percibía e interpretaba. el mundo de una manera
distinta, la perspectiva indígena se difuminaba hasta desvanecerse con el paso
de las décadas.
Las mentalidades se forjan
en una temporalidad de “Larga duración” (concepto aportado por Annales), temporalidad que no se dio en
el contacto América/Europa; el choque fue rápido, por lo que no se distingue en
la primera centuria de conquista un producto nuevo, que surja como la síntesis
de ambas mentalidades. Lo que se observa es la mezcla ecléctica y heterogénea
utilizando ambos imaginarios, en donde posteriormente uno va cediendo y es
reemplazado por os conceptos, interpretaciones y estándares propios del otro.
¿La
Colonización de lo Imaginario, es historia de las mentalidades? Me parece que la respuesta
es evidente, y ella es afirmativa. Entendemos por historia a: La construcción
mental elaborada con los sucesos del pasado. La historia no es un hecho (o
muchos), tampoco es un acontecimiento; hacer historia es construir un proceso
ubicado en una temporalidad, espacialidad y dotarlo de significado.
No es necesario debatir
cuestiones de técnica y método, son estos residuos de una mentalidad
positivista y rankeana. Si bien son herramientas para la construcción de la
historia, son medios, y nunca se debe permitir que el medio se convierta en
fin. No pretendo decir que el empleo de los anteriores es indiferente, pero sí
afirmo que no existe una pauta discursiva válida para otorgar legitimidad al
conocimiento histórico; esto no quiere decir que el producto del quehacer
histórico se encuentra exento de juicios, por el contrario, lo que determina si
método y técnica empleados fueron adecuados es la calidad del producto. Como
dijo Marrou, hay historias buenas e historias malas (refiriéndose a la
calidad).
¿Pretendo con lo anterior
decir que cualquiera puede hacer historia? Así es, y de hecho sucede de manera
cotidiana; no obstante, no despojo al historiador de su utilidad, puesto que él
posee una conciencia histórica y una formación crítica que le permiten realizar
historia sin perder de vista puntos
importantes. Al final, todo recaerá en la calidad del producto, y ciertamente,
no cualquiera (y de hecho son pocos) los que son poseedores de la capacidad
para crear historia abundante en calidad y rica en substancia.
La historia de Gruzinski
cuenta con ambas, la aportación a la comprensión de un proceso histórico que su
obra aporta es magnífica. Logra situar, documentar y explicar la transformación
de las estructuras mentales autóctonas . El autor transmite de manera magistral
la relevancia de comprender a su objeto de estudio, y a partir de ello crea en
el lector una conciencia histórica y cognoscitiva; puesto que logra enfocar la
atención a las maneras por las cuales se dan los cambios en el imaginario, y
como estos influyen en la trasformación de las mentalidades, o más bien, a la
transición intermentalidades.
Y no deja atrás a los
métodos y técnicas propias de la historia, de hecho realiza una muy sólida
critica historiográfica a sus fuentes, algo vital para brindar veracidad y
calidad a la historia. Toma en cuenta los contextos históricos del contexto
estudiado, así como del que influyó externa, pero directamente – el español.
Por lo anterior, puedo
situar la historia sobre el paso de la pictografía a la escritura alfabética,
como una obra de historia de las mentalidades en todo el sentido del concepto,
puesto que posee dicha intencionalidad, y utiliza las herramientas críticas de
la historia para lograr un acercamiento fundamentado al proceso de cambio en la
metafísica de una sociedad y su impacto en el contexto material y las
producciones de ella.
me encanto! me parece muy claro y me sirvio para rendir,creo que la historia de las mentalidades nos acerca al pensamiento que han construido los pueblos originarios!gracias por tu aporte.Eliana
ResponderEliminarBuenisimo
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