Los Pueblos de la Sierra, espacio y poder en los pueblos coloniales hasta 1700.
En
el presente trabajo, realizado como parte de la evaluación final en la materia
Nueva España en los siglos XVI y XVII, se realiza un breve análisis acerca del
libro de Bernanrdo García Martínez; en donde se explicará brevemente el proceso
de transformación que padecieron los altepeme prehispánicos para transformarse
en los “pueblos” coloniales. Estudiar dicha transformación me parece vital para
poder comprender el contexto de muchos de los problemas que se desarrollarían
en territorio mexicano desde el siglo XVIII hasta el XX.
García
Martínez eligió para su estudio la región conocida como La sierra, ubicada al norte del estado de Puebla. Pienso que el
territorio en cuestión es perfecto para la clase de investigación que realiza,
puesto que sus límites geográficos son fácilmente identificables, y las
fronteras naturales de La sierra
coinciden en enmarcar un área cultural estudiable como unidad. Ello no quiere
decir que el territorio correspondiese a una sola cultura, pues no era el caso;
pero me parece que existió un vínculo que se formó entre totonacos, nahuas y
olmecas de la zona ante una serie de problemáticas similares.
Al
comenzar somos transportados a La sierra prehispánica, y allí el autor plantea
una problema de interpretación histórica y de adaptación del Discurso,
alrededor del concepto nuclear en la organización del espacio de poder en
Mesoamérica, el altepetl. ¿Qué es un
altepetl? Ha sido complicado para los occidentales construir una percepción
completa de la organización social, puesto que comprender dicho concepto ha
sido un reto. Se le ha intentado definir o comparar con diversos grupos e
instituciones, sin mucho éxito. Me parece evidente que el concepto no debe de
ser traducido y menos explicado bajo el paradigma de la comparación con lo
socialmente aceptado; el autor de cierta manera indica lo mismo, más deja claro
que los españoles no pensaron igual, por el contrario, señalaron y nombraron
todo lo que encontraron en América ¿a qué se debió eso? Pienso que nos lleva al
postulado de Foucault acerca de nombrar y etiquetar como un medio del discurso
para vigilar y controlar de una manera más efectiva.
Las
estructuras que imperan buscarán siempre ejercer el poder y desde allí
perpetuar su ejercicio, para lograr ello, los españoles a través de acciones
políticas transformaron los significados de la organización autóctona para que
encajase tanto a su imaginario como a su discurso, y al paso de las décadas
cuestiones como las jerarquías sociales indígenas, el significado de las
relaciones, la interacción con el tiempo y espacio, así como la concepción
misma de “colectividad” habrían cambiado para siempre.
Para
convertir a los indígenas en humanos que viviesen “en policía” (de acuerdo al
racionalismo renacentista) la corona impulsó a las congregaciones de nativos;
eso implicó la fundación de pequeños núcleos urbanos (lo que ahora se conoce
como “pueblo”) que fueron habitados por indígenas. Las congregaciones pequeñas estuvieron
sujetas a una cabecera, en donde se centralizaban los dos poderes, civil y
eclesiástico. Este nuevo sistema surgía del deseo español de tener a los
nativos bajo mayor vigilancia, volver más eficiente la recaudación tributaria y
reemplazar los esquemas de las mentalidades indígenas.
Antes
de la centralización los indígenas no habitaban núcleos urbanos, sino que sus
casas se encontraban dispersas por todo el territorio del Altepetl. Además de
que no existía un lugar en donde se concentraran los poderes del Tlahtoque,
pues no se requería de la legitimidad que a los españoles otorgaban los
cabildos; los poderes se encontraban en el lugar donde se hallase el tlahtoque,
él mismo poseía la legitimidad, la cual era tanto política como religiosa. Por
lo anterior, la congregación de nativos tuvo efectos sólidos en cambiar la
cosmovisión indígena, pues sus concepciones de espacialidad y temporalidad
estaban circunscritas a la manera en la que su sociedad se organizaba.
Retomando
el punto de los poderes políticos y religiosos, en Mesoamérica no existía una
separación de poderes como se vivía en Europa, la vida indígena encarnaba la
unión de todo en la vida, todo poseía significados rituales o religiosos, desde
las actividades domésticas hasta la militares. De tal forma que comprender la
vida “en policía” como una dividida entre la obediencia al Estado y a la
iglesia como dos cuestiones distintas se presentó como una dificultad para los
indígenas de La sierra, quienes a
veces en protesta contra medidas de orden jurídico tomaban acción en contra de
la iglesia, pues era evidente que ambos eran figuras de autoridad a quienes
debían someterse, pero no así lo era su separación.
Sólo
el paso de décadas de vida cotidiana van forjando nuevas identidades y significantes,
para posteriormente cambiar la cosmovisión del pueblo. La simbología juega un
papel importante en la reasignación de significados, y me parece que el hecho
de que las Cajas de Comunidad (en las que se guardaba el dinero y objetos de
valor del ayuntamiento) tuviese tres candados, con tres llaves, repartidas
entre Cacique, Gobernador y Sacerdote, remarcaba la visión española de la
división de poderes, se la ejemplificaba a los nativos. Fueron este tipo de
cuestiones las que influyeron en las personas para lograr una comprensión del
mundo que se estaba forjando en La Sierra, y al que los indígenas se iban a
tener que adaptar.
Los
Caciques obtuvieron una de las llaves de los cofres, pues en su discurso la
corona española defendía la legitimidad de “los señores naturales”, quienes
oficialmente seguían siendo los dirigentes de sus pueblos, los cuales estaban
sujetos a vasallaje con la corona; así fue como el sistema de vasallos fue en
un principio importado a Mesoamérica. En la práctica, no obstante, las políticas
fueron otras; la corona desmanteló todo el sistema prehispánico, y edifico algo
nuevo y distinto a lo que existía en el viejo continente.
Los
caciques mantuvieron su estatus de “principales”, y en teoría a ellos
correspondía cierta autoridad y control sobre algunos asuntos jurídicos en el
ayuntamiento. En la práctica el cargo de Gobernador obtuvo las funciones de
regidor de la comunidad, con un poder que recibía su legitimidad no por
“derecho natural” sino por el cabildo, lo cual quería decir que recibía su
poder del rey.
Otra
estrategia utilizada por España para restar poder al cacique fue el de la
banalización del puesto. En tiempos prehispánicos existía sólo un tlahtoque por
altepetl, mientras que durante la colonia se le otorgó el título de cacique a
los “principales” de los ayuntamientos y congregaciones, de tal forma que se
tienen registros de varios caciques ostentando el título de manera simultanea
en el mismo espacio, a veces formaban parte de una familia, pero en otras ocasiones
eran de familias distintas. Al existir varios caciques por ayuntamiento, se
restó la influencia que cada uno poseía de manera individual, además de que
lógicamente causó tensiones y problemas entre ellos, quienes deseaban tener
mayor importancia que los demás. Puedo afirmar que la corona utilizó la táctica
de promover la fragmentación y el surgimiento de facciones entre la nobleza
indígena para crear disputas locales, las cuales consecuentemente los
debilitarían, y en las que la corona representada por el poder judicial
entraría como el árbitro y por lo tanto ejercedora del verdadero y legítimo
poder.
Pero
el debilitamiento del puesto de cacique no sólo fue causada por la corona de
manera directa, también se dio indirectamente debido a la ignorancia de los
visitadores sobre el mundo indígena. Los Caciques recibían tributo en especie
de sus indios, el cual fue reemplazado por un sueldo; ellos utilizaban el
tributo recibido para organizar las fiestas del altepetl, así que cuando el
tributo se cambió a dinero, una gran parte de éste se utilizaba para dicha
función. Cuando los visitadores fueron a los altepemes y vieron que los
Caciques organizaban grandes “borracheras”, dedujeron que recibían un sueldo
muy elevado, y que por ello lo despilfarraban en financiar “fiestas y
borracheras”; por lo que solicitaron que se les disminuyese a los caciques su
nivel de ingresos.
De
esa forma los caciques se vieron imposibilitaos a continuar organizando las
celebraciones; el problema residía en que precisamente la organización y celebración
de fiestas era no sólo una responsabilidad del tlahtoque, sino que le otorgaba
legitimidad. Así que al verse sin la capacidad de cumplir con una de sus
funciones importantes, perdieron frente a sus indígenas a legalidad, por
consiguiente su poder; volviéndose cada vez más debilitado, pues se convirtió
en algo que con el tiempo se tornaba más anacrónico y que había perdido su sus
significados de antaño, y cuando eso sucede con tradiciones o costumbres, o
evolucionan o desaparecen.
Como
ya mencioné, era el cabildo lo que legitimaba al poder, por lo tanto surgieron
disputas entre los pueblos por poseer un cabildo propio y poder centralizar.
Las cabeceras de los ayuntamientos tenían congregaciones bajo su tutela
jurídica; pero llegado el momento, estas congregaciones buscaron centralizar su
propio poder y a su vez tener congregaciones menores subordinadas a ellas.
García Martínez señala lo peculiar de esa tendencia, pues no correspondía a la
tradición prehispánica, ya que los altepeme no poseían dicha centralización de
funciones.
Aún
que no existe una explicación sólida a la importancia que la centralización se
volvió para los indígenas, la explicación puede encontrarse en que los
españoles no sólo trastocaron el mundo de La
Sierra, sino que modificaron toda la cosmovisión y el imaginario por
completo, de tal forma que fue necesario para los indígenas hallar nuevos
ídolos (no en el sentido religioso, sino en el nietzscheano) los cuales otorgan
coherencia y propósitos.
Una
de las cuestiones que impactó de manera inmensurable fue la crisis demográfica,
de tal forma que los indígenas se volvieron muy sensibles a los cambios en la
densidad demográfica, y tanto un descenso como un aumento acarreaban
consecuencias que podían ser negativas. Mientras el descenso lógicamente
acarreaba la disfuncionalidad del sistema y perdida de efectividad, el aumento
hacía que el núcleo en cuestión obtuviese un poder que invariablemente
acarreaba tensiones y conflictos con la cabecera del ayuntamiento; o en caso de
ser la cabecera la que aumentase, con los ayuntamientos vecinos. La búsqueda
por la centralidad se canalizaba a través de la religión, pues cuando un pueblo
aumentaba demográficamente, de manera consecuente aumentaba en número de
miembros adheridos a su iglesia, de tal forma que alrededor de sus celebración
patronal se formaban relaciones económicas y financieras que aumentaban el
poder e importancia del pueblo, hasta que llegase el momento en el que
decidiese declararse independiente de su cabecera y obtener un cabildo propio.
La
magnitud del trabajo en archivos que realizó Bernardo García fue monumental,
tomando en cuenta que requería mucho trabajo al paleografear documentos de los
siglos XVI y XVII; (tarea nada sencilla) pero ello le permitió reconstruir de
manera bastante completa los cambios en la organización y el mundo indígena a
raíz del arribo europeo, e identificar y explicar los procesos que
transformaron a las sociedades y edificaron un nuevo imaginario y otra
cosmovisión en La Sierra.
A
través de la lectura de la obra, pude comprender que los pueblos o comunidades
rurales mexicanas son algo completamente distinto a lo que
existía en la prehispaneidad. Las estructuras sociales autóctonas fueron
desbaratadas por la iglesia y la corona, que introdujeron sus propias
estructuras; más estas no pudieron ser instauradas en el territorio por existir
una cultura
previa, y se edificó algo nuevo. Yo no considero que el cambio de la vida en
los altepeme a la de los ayuntamientos corresponda a un proceso de continuidad,
más bien constituye el ejemplo perfecto al fenómeno de las discontinuidades
discursivas del que Foucault habla en El
Orden del Discurso; hubo una segmentación en el mundo indígena, y allí se
introdujo el discurso español, de la síntesis de ambos surgió un proceso de
cambio, del cual los resultados fueron las identidades de los pueblos
coloniales.
Así
surgieron en el espacio de La Sierra pueblos que realizaron un ejercicio de
conciencia para formar su identidad interna y externa, entidades con su propio
sistema estatal y una cosmovisión única, o como interpretaría Hegel, pueblos
con historia.
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