Frase

"El problema de la historia es la historia del problema."
- Hegel

jueves, 29 de marzo de 2012

Bernal Díaz del Castillo en la historiografía colonial.

Bernal Díaz del Castillo en la historiografía colonial.

El presente trabajo constituye un breve análisis historiográfico centrado en algunos aspectos de Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo. En ella abordo el horizonte de enunciación del autor, su intencionalidad, ideología y cosmovisión; así como la cuestión de sus fuentes, el estilo de su obra y el contexto de ella; además de resaltar dos aspectos encontrados en su obra: el origen del conflicto contra los tenochas, y la visión política de Bernal.

Bernal Díaz del Castillo nació en Castilla alrededor del año 1496. La infancia de Bernal se vio influenciada por cambios rápidos que estaban viviendo las coronas hispanas, reconquista y formación del estado nacional, persecución a judíos, islámicos y herejes, así como el gran empuje hacia el Atlántico del que fue testigo la península Ibérica a principios del siglo XVI.

Es cierto que todo periodo histórico es testigo de cambios tanto superficiales (y de acontecimientos) como profundos (en el ámbito del imaginario y las mentalidades); sin embargo el siglo XVI aporta importantes cuestiones al imaginario europeo. Por un lado la ecúmene se expande, en ella aparecen hombres que se encontraban fuera del imaginario religioso, lo cual propició acalorados debates teológicos. América exportó numerosos productos los cuales fueron acogidos con prontitud en Europa, y elevó los ingresos de la corona castellana, por lo que se dio la posibilidad de contar con ejércitos numerosos y acercarse al concepto de “guerra total”.

Bernal Díaz fue un hombre nacido en un momento en el cual grandes cambios ocurrían y aún se avecinaban en Europa; sin embargo la península Ibérica se vio al margen de varios de dichos sucesos, como el cisma protestante, el cual sí tuvo repercusiones en ella, pero no al grado de fraccionar la religión en la península. De esta manera, nuestro autor poseía y defendía con gran vehemencia su fe católica, la cual se encontraba en plena altanería, pues el teleos de la cruz triunfaba en España sobre la media luna y la estrella de seis puntas. Como habría de esperarse, Bernal juzgó todo lo que vio en América desde la perspectiva católica; sin embargo, al haberse encontrado ya en América cuando estalló la reforma, y al haber pasado el resto de su vida en dicho continente (con excepción de dos travesías a España), Bernal no manifestó en su texto el espíritu de lucha contra las ideas de Lutero, que habría de caracterizar al imaginario hispano-católico a lo largo del siglo XVI y XVII.

En otros aspectos, España estuvo más adelantada que otros reinos europeos, tal es el caso de la formación de su estado; Bernal vivió el reinado de Carlos I, y escribió durante el de Felipe II, monarcas que destacaron la imagen del poder individual frente al de las Cortes y consolidaron un estado más moderno (burocrático, administrativo y asalariado). La influencia de padre e hijo Habsburgo se reflejó en la imagen individual de estatus, poder y relevancia con que el autor plasma a la figura monárquica.

La visión medieval de “comunidad” y el sentimiento de pertenencia a un grupo, me parece que se encuentra muy presente en Bernal, puesto que en su crónica resalta el papel que tuvo en ejército en su conjunto, y no como individuos, restándole importancia al papel de Cortés, y aumentándosela a él y los suyos. En este punto existen discrepancias en cuanto a la veracidad del esquema presentado por nuestro cronista. Mientras que Ramón Iglesia afirma que Bernal presenta una visión errónea de Cortés, en la cual el extremeño queda minimizado de manera deliberada, para que el autor de la Historia Verdadera crezca, esto según Iglesia, debido al resentimiento de Bernal hacia Cortés debido a que Castillo consideró que el capitán había recibido mucho y les dio poco a sus hombres. Por el otro lado Howden Smith considera que el autor describe correctamente la “democracia militar” que existió en la conquista de América.

En lo personal difiero con Ramón Iglesia, quien citando su experiencia en la guerra civil española, sostiene que un ejército no puede ser exitoso si se apoya en la democracia, y requiere de un líder individual y fuerte, por lo que Cortés no consultaría ni tomaría en cuenta de una manera tan grande a sus soldados. Me parece que Iglesia se olvida de la latente posibilidad de un motín entre las tropas, especialmente si se sentían guiados de manera despótica dentro de territorios desconocidos y rodeados de guerreros enemigos, el efecto en la moral era ya apabullante como para que obedezcan órdenes imperantes provenientes de un individuo. El motín era algo muy común en los ejércitos europeos, y Cortés lo sabía a la perfección. De allí, que a pesar de que la amargura hacia Cortés es visible en muchos pasajes de la Historia Verdadera, me parece mucho más plausible que las decisiones fuesen tomadas en consejo, que de manera individual.

Es así como Bernal posee a mi parecer, una manera mezclada de entender la política. Por un lado, admite la existencia de autoridades incuestionables y supremas, Carlos I y Moctezuma, ambos entran en esta categoría. Para Bernal ambos monarcas merecen la obediencia, pues su estatus se encuentra por arriba de los hombres de carne y hueso, pues son poseedores de una sabiduría superior. Si bien él no le presta obediencia a Moctezuma, lo considera un hombre merecedor de un gran respeto por parte de sus súbditos, poseedor de un gran corazón y una bondad casi cristiana. Por el otro lado, resalta de entre los hombres “normales” aquellos que destacan por su hidalguía y valerosidad, entre ellos Cortés, a quien colma de elogios en varias partes de su obra, comparándolo con Julio Cesar, Aníbal y Alejandro Magno. Si bien esos hombres son acreedores de facultades especiales de mando, no se encuentran por encima de la comunidad a la cual dirigen, y para Bernal, más bien pertenecen a ella. Ellos se ven obligados a pactar, escuchar y seguir consejos, poner a votación las mociones, etc. Su función se reduce a ser el rostro público de la comunidad, así como ser un estandarte de moral y rectitud.

Nuestro autor aporta un justo reconocimiento a la importancia de establecer alianzas y pactos de una manera maquiavélica, algo evidente en contextos tan desfavorables como el que les era propio. Pero así como el pragmatismo se observa con facilidad en Bernal, no deja de imperar la moral y ética cristiana idealista, con su precepto de “guerra justa”; puesto que el conquistador narra que en casi todo momento ellos actuaron en defensa propia y porque la situación así lo merecía; actuando siempre de acorde al marco de derecho jurídico o teológico, pero nunca sin “justa y necesaria” razón.

De hecho, en el caso de la matanza en el templo mayor, la cual fue realizada por Alvarado, Bernal menciona que Cortés reprende fuertemente a Alvarado por haber matado a los indígenas sin provocación. Dejando claro que la actitud de dicho conquistador fue errónea. Sin embargo, aún que el mal comportamiento de Pedro precipitó la guerra; en los capítulos anteriores deja claro que los aztecas ya realizaban preparativo para la guerra que seguiría. De tal forma que la actitud de Pedro fue errónea, no obstante ello no influyó en el desenlace porque los indios los iban a atacar de cualquier manera, y ellos se vieron obligados a defenderse de manera “justa”. Para Bernal, la impotencia de ver a su monarca a merced de los conquistadores tuvo un efecto decisivo para que los mexicas iniciasen el conflicto. A pesar de ello, para del Castillo, los españoles no eran responsables de ejercer violencia sobre los indígenas, pues la captura de Moctezuma (y otros acontecimientos políticos que condujeron al estallido de la guerra) fue una decisión grupal, no correspondió a una planeación previa, sino que el camino que los acontecimientos tomaron por sí solos, empujaron a los españoles a actuar de semejante manera. Dicho con otras palabras, era la fortuna o destino (dirigido siempre por dios) así como la agresividad de los mexicas y su negativa a cooperar, los causantes de la guerra. Mientras que los españoles cumplían con su derecho a defenderse ya sea para vivir o morir con hidalguía y honor.

Pues bien, ya que hemos visto lo que Díaz del Castillo plantea, sin duda surge la interrogación ¿porqué lo hizo?, más allá de los errores debidos a una construcción de la memoria alejada a la realidad objetiva (recordemos que los recuerdos se construyen en la memoria de la misma manera en la que la historia se construye en la mente) ¿falseo hechos deliberadamente? ¿qué buscaba?. El autor presenta dos motivos para haber escrito su obra, el primero de ellos es: escribir con toda rectitud la historia para que quede memoria de lo que de verdad pasó. Esta recuerda a la justificación dada por Tucídides en Guerra del Peloponeso, y de hecho es curioso que autodenominándose hombre “de pocas letras” Bernal tenga buenos conocimientos de historia grecolatina (citando a Julio Cesar, Augusto, Aníbal, Escipión, Ulises); la segunda causa es “corregir las burlas que algunos han escrito” acerca de la conquista (refiriéndose a Gómara).

La historia escrita por Gómara es una gesta heroica cuyo protagonista es Cortés, la soldadesca carece de un papel relevante en dicho libro; ello sin duda ofendió a Bernal, quien recordaba los consejos de guerra que celebraban los conquistadores. El autor siente que su comunidad ha sido despojada de la gloria de sus méritos, y se propone a refutarlo, sobre todo en lo referente al mando en el interior del ejército conquistador.

Las encomiendas en Tabasco y Chiapas que Bernal Díaz había recibido le fueron despojadas, es fácil imaginar que sentía él era merecedor de dichas encomiendas, y ya que su viaje a Castilla en 1545 fue infructífero, el realizar una crónica de sus aventuras le permitiría demostrar que él era en efecto merecedor de lo que se le había quitado; ya desde la edad media (Alfonso X) estaban presentes los informes de méritos y servicios de los hidalgos a su monarca con la intención de exigir favores.

Cuando Bernal concluye su obra es ya demasiado viejo para aspirar a recibir favores reales; no obstante deja claro que deseaba que sus hijos recibiesen lo que él había ganado en batallas. Díaz estaba además molesto por la manera en la cual Cortés se llevaba toda la gloria en la historia de Gómara, él no deseaba atacar a Cortés, pero si quería compartir la gloria, en sus palabras “para que haya memorable memoria de mi persona y de los muchos y muy notables servicios que he hecho a dios y su Majestad.” Al no poder mentir afirmando que él tuvo méritos individuales, recurrió a subrayar el papel de la soldadesca en la campaña, y a poner énfasis en las penalidades y temores que enfrentaron los soldados españoles. Por lo anterior me parece que puedo resumir la intencionalidad de Bernal en otorgarle más hidalguía a su apellido, obtener riqueza material para sus descendientes, y alcanzar la posteridad en la memoria.

Para alcanzar una mayor credibilidad entre sus lectores Bernal Díaz recurrió primero a resaltar su hidalguía, nos habló de sus orígenes, de su valerosidad en el combate; pero debido a que su objetivo fu desacreditar a Gómara para que sea la versión de una “conquista democrática” la que perdure y no la de Cortés como héroe; Díaz se dedicase contradecir a Gómara en cada oportunidad, esgrimiendo el argumento de que él estuvo presente, mientras que su rival nunca hubo pisado América. Lo anterior le dio suficiente autoridad como para poder contradecir a Gómara incluso en aspectos en los que ambos concordaban, como en la ocupación de Cingapancinga o la planeación de Cholula, en ambas acusó a su contraparte a mentir abiertamente, aunque sus relatos no fuesen distintos. En dichos momentos, jugó la carta de haber sido testigo ocular y de tener prodigiosa memoria (para demostrarlo llenó su relato de detalles), de tal forma que el lector (quien muy probablemente no tendría ambos relatos al mismo tiempo para comparar) descartase por defecto a Gómara.

Bernal logró su acometido, pues a pesar de que su obra vio la luz sesenta años después de su conclusión, ella fue desplazando paulatinamente a la de Gómara, los lectores fueron prefiriendo al soldado poco letrado, pero presente en la historia. No obstante el medio se convirtió el en fin. Los familiares de Bernal no recibieron la gratificación que él esperaba; si hay algo para Bernal Díaz del Castillo después de tantos siglos, es el reconocimiento y la posteridad, ya que su obra la principal referencia para quien desea aprender acerca de la caída de México Tenochtitlán.

La inserción en el imaginario colectivo de la conquista, lograda por Bernal, ha hecho que más allá de la veracidad de los hechos históricos allí escritos, el libro de Bernal sea en efecto, la verdadera historia de la conquista de la Nueva España.

Fuente Ovejuna

Movimientos Sociales en América Latina- Reflexión sobre Fuenteovejuna

La obra teatral “FuenteOvejuna” del autor español Lope de Vega tiene como personajes a el comendador, Laurencia, Pascuala, Ortuño, Flores, El Maestre, Mengo, Frondoso, Barrildo, Juan, Esteban, Alsonso, Jacinta, Manrique y los reyes de España. Aunque los que forman el nudo de la historia son Laurencia, Frondoso y El comendador. Sin embargo, a pesar de la existencia de todos esos personajes, me parece que el verdadero personaje de la obra es en sí FuenteOvejuna - el pueblo, y es esto uno de los elementos que convierten la obra de Lope en un clásico, en una obra adelantada a su tiempo, el concepto de la individualidad de una comunidad.

La obra tiene como componentes principales a los rasgos de la sociedad española de la época en la cual fue escrita. Recordemos que España era la potencia mundial, que el Tercio español no conocía rival en los campos de batalla, en los cuales luchaban contra franceses, ingleses, luteranos y calvinistas de los países bajos, turcos y venecianos. Puesto que Carlos I de España V de Alemania había logrado juntar a la España unificada que había heredado de los reyes católicos, con el Sacro Imperio Romano Germánico, así como conquistado imperios en América, por lo tanto los españoles eran el enemigo a vencer de todos. Y en unos tiempos en los que España se batía contra la otra mitad del mundo, se forja un carácter especial entre sus habitantes - el del orgullo.

El orgullo era el bien más preciado de unos hombres que a duras penas poseían la ropa que usaban, las enfermedades, la pobreza y las guerras daban un estándar de vida muy bajo, de tal forma que el orgullo surge como un ideal que debía ser defendido a toda costa, el consenso dictaba que era preferible perder la vida a perder el honor y ver mancillado el orgullo, y es quizá por esto que los soldados españoles se batían con tanta fiereza en el campo de batalla.

En Fuenteovejuna la historia gira en torno a los conceptos de honor y de orgullo, puesto que el pueblo decide tomar justicia en sus propias manos justamente para proteger el honor de sus mujeres y por lo tanto del pueblo. Los Españoles se guiaban por la máxima de “solo existen dos de quienes puedes permitir una injuria a tu honor, el rey y dios”. Es por eso que Fuenteovejuna mata al comendador, quien había ya cruzado la línea entre lo permisible para una autoridad.

Me parece sumamente interesante la manera en que el pueblo responde- FuenteOvejuna, ya que nos indica de la unidad que existe entre los habitantes; pero también que un pueblo es visto ya como un ente, no es sólo un lugar físico en donde comparten sus vidas los habitantes, sino que ellos son Fuenteovejuna y viceversa. Un concepto que no existía en la edad media, se podría decir que surge en el renacimiento en Italia, y además influenciado por el humanismo de pensadores del norte de Europa, tales como Tomás Moro o Erasmo de Rotterdam.

¿En que momento histórico la sociedad está consciente de que tales lazos de unidad puedan existir? Hallar dicho momento histórico en una panorama cronológico, requiere de estudiar la historia de las ideas, la evolución del pensamiento humano. Y es un concepto que quizá no existía en el momento histórico en el cual se sitúa la obra, pues no está situada en tiempos de su autor, sino en un momento clave para la historia española y europea - el fin de la edad media.

Aunque no existe una fecha determinante para marcar el fina de la edad media y varias han sido manejadas (1445, 1453, 1492, por mencionar algunas). 1492 sin embargo es la que se usa para marcar su fin en España, ya que suceden en ese año la toma de Granada y la llegada de Colón a América.

En la obra tenemos ese año como referencia para situarnos, ya que se habla de la toma de Granada, la cual era la culminación de las promesas hechas por Isabel la católica, de correr a los moros de España. Los reyes católicos son en la obra la figura que representa a dios. Aun cuando Fuenteovejuna pide la cabeza de su gobernante, sus aclamaciones siempre son “vivan los reyes”, y ciertamente era una de las expresiones favoritas de los españoles, los cuales veían en sus reyes el ideal de perfección encarnado en el hombre, aun que a diferencia de los egipcios u otras civilizaciones, no les daban el título de dioses vivientes, la idea que tenían de ellos era la de enviados de dios. Y constituía una parte importante de la moral española, la infalibilidad de su rey significaba que la perfección existía en la tierra de manera tangible y que además los gobernaba, por lo tanto siempre fue motivo de incentivo para los españoles. El hecho de que al final los reyes validasen la acción de Fuenteovejuna, no significa como pudiese parecer , que los reyes representados por su juez se hayan visto forzados a darle el gane a Fuenteovejuna gracias a la solidaridad y cohesión existente en el pueblo, sino que la acción del pueblo fue la correcta, que defender el honor y el orgullo es algo justo; puesto que los reyes aquí están representando a la metafísica de la justicia, el ideal de la justicia que prevalece al final (concepto que por cierto es muy medieval, pero que estuvo presente hasta la ilustración)

Es así, como en Fuenteovejuna nos topamos con la mentalidad española de los siglos XVI y XVII, en una obra que tiene tintes de polémica, pues en ella existe un reto al poder y dicho reto se encuentra justificado por las acciones en contra del honor del pueblo; sin embargo demuestra siempre un profundo respeto a la figura del rey, así como respeto a la religión católica, aun que lo que sucede vaya en contra de valores cristianos que aparecen en el nuevo testamento y remarcados por Agustín de Hipona, no se ve irreverencia o sacrilegio en momento alguno.

En cuanto al levantamiento en FuenteOvejuna como movimiento social, me parece que no lo es, aunque ciertamente la sociedad fontanovejunesca se une para lograr un cometido, no lo hacen con la idea de establecer reformas de índole social, político o cultural, es meramente una venganza del pueblo por los agravios sufridos. Tampoco existe aun la conciencia del movimiento, me parece que los acontecimientos son el resultado del nivel de irritabilidad que tienen los habitantes, un desenlace con algo de tintes religiosos, en donde el mal es castigado terrenalmente y queda sugerido el castigo divino, pues son las últimas palabras del comendador.

martes, 27 de marzo de 2012

La Visión de los Vencidos - reseña

La Visión de los Vencidos

Miguel León Portilla, es el autor de uno de los best sellers más grandes en la historiografía, pues su obra rápidamente se tradujo a múltiples idiomas, y es probablemente la fuente más consultada para saber de la conquista de Tenochtitlán en el extranjero. En parte se debe a que el libro está escrito tomando como fuentes los testimonios escritos o elaborados por indígenas o descendientes de ellos, por lo que se presenta como la “otra versión” de la conquista.

Para poder realizar la obra, se apoyó de estudiosos del náhuatl, para poder interpretar los testimonios de los códices, en los cuales los mexicas conquistaron plasmaron en su estilo, una visión de la conquista. Al principio el título de la obra, así como el prólogo de la misma pudieses seducir al lector, y llevarlo a tomar el libro como si hubiese sido elaborado por mexicas que observaron y vivieron la conquista de manera directa; sin embargo no es así.

Recordemos que en el prólogo del libro, cuando Portilla describe sus fuentes, deja claro que dichos archivos fueron escritos varios años después de la conquista (excepto el de Tlatelolco); tomando el caso de Sahagún, el texto que actualmente se conserva no es una primera edición, de hecho, con el paso del tiempo Sahagún corrigió y rehízo su archivo, de tal forma que hubieron descripciones o acontecimientos que fueron modificados. Además de ellos, él es Español, y si bien está realizando un trabajo recopilador en el cual utiliza como fuente principal al elemento indígena, no deja de realizar una depuración de sus fuentes, algo que todo historiador debe hacer; pero el llevarlo a cabo, conlleva una arbitrariedad. La cual se encuentra delimitada por su contexto social (español, católico y dedicado a la vida religiosa), por lo que su texto nos muestra la opinión y voluntad de Sahagún de lo que debiese ser (o el quisiese que fuese) la visión de los mexicas.

El tener en cuenta a los editores de una obra es imprescindible, especialmente en siglos pasados, en los cuales las casas editoriales tenían una participación muy activa en la auto-censura de los textos que serían publicados, de tal forma que los autores la mayoría de las veces no podían protestar al respecto. Sólo para ejemplificar ligeramente mejor lo anterior, comentaré que normalmente relacionamos a la élite criolla en México a vísperas de la independencia con la lectura de los enciclopedista o ilustrados franceses, no tomamos en cuenta el contenido de dichas ediciones, por ejemplo, la obra de Rousseau, al ser traducida para su distribución en la Nueva España fue también depurada de los párrafos o secciones que el editor consideró estar repletas de “patrañas ateas”.

Una vez que continuamos con el problema de la fuentes de Portilla, vemos que además de no ser testimonios totalmente independientes de la influencia española (y en algunos casos muy influenciados), también deben de ser interpretados por el historiador para poder escribir su libro. Esto es, por supuesto algo que aplica en toda investigación histórica; pues los archivos y documentos no dicen algo de manera objetiva, sino que depende el historiador realizar las preguntas adecuadas a su fuente para extraer de ella todo lo que necesita. Una vez que sabe qué preguntas son las que requiere plantearle al archivo, deberá poder interpretar las respuestas. Es en este proceso en el cual la construcción del conocimiento histórico se enriquece mucho con el contexto, bagaje e imaginación del historiador; pero es igualmente aquí en donde se causan defectos en la construcción mental de la historia.

Me parece que León Portilla comete un error tanto grave como común entre los historiadores, el de realizar la investigación histórica teniendo ya en la mente precisamente lo que desea encontrar. Dicho de otra manera, acude a la investigación histórica para corroborar su postulado, uno que tiene ya bien definido antes de comenzar su investigación, y es justamente uno de los errores en contra de los cuales March Bloch advierte en su Apología a la historia.

Al no haber acudido personalmente a constatar los códigos, ni haber leído más interpretaciones realizadas por expertos en el náhuatl, mis afirmaciones no pasan de ser la opinión que obtuve a partir de la lectura del texto de La visión de los vencidos.

La obra lleva un cierto orden cronológico, pues inicia con los presagios acerca de la llegada de los españoles, y concluye con la destrucción de los tenochas, si bien es en teoría el orden en el cual sucedieron los acontecimientos, es también el que utilizó Lópes de Gómara para escribir su historia, y por consiguiente Bernal Díaz; así que se adhiere al orden tradicional, pero citando diversas fuentes para cada evento, y a veces, repitiendo la narración de un evento determinado; pero con variaciones dependientes de la fuente utilizada por el autor.

La obra es de carácter meramente descriptivo, no se realiza un verdadero análisis de los sucesos, sino que se limita a describir todo lo sucedido, lo que Braudel llamaría “una historia de tambores y trompetas”, o Febvre “una historia de intrigas de palacio”. Esto es, el acontecimiento como unidad del libro; puesto que el autor buscaba escribir una especie de crónica alternativa de la historia conocida, algo que narrase lo mismo, pero que difiriese en detalles si se comparase con Gómara, Bernal, o Camargo.

Por lo tanto, ¿hasta qué grado se puede considerar como “historia” lo elaborado por Portilla?; bueno, considero que a pesar de carecer de elementos para ser considerada parte de “la nueva historia”, tampoco entra correctamente en la historia positivista, quizá se encuentra más cerca de la historiografía historicista o rankeana, o sea la escuela alemana del siglo XIX. Para sustentar dicha afirmación, puedo decir que ni posee la interdisciplinariedad, ni el análisis social, cultural o de la mentalidad realizado o incluso inspirado por Annales; pero de igual forma no realiza un apego a las fuentes, tal y como lo exigiría con rigurosidad la escuela positivista; la escuela rankeana por otro lado, se apega totalmente al acontecimiento (al igual que el positivismo) pero realiza un pequeña interpretación emocional, en la cual el autor usa recursos retóricos para dar vida a su relato.

Independientemente de la corriente historiográfica a la que más se apegue, podemos definir la historia como “la construcción mental realizada con los sucesos pasados”, y eso es precisamente lo que el autor realiza, construye en su mente una idea de lo que fue y significó la conquista, y utiliza diversas fuentes históricas para ello. El resultado de dicha construcción es irrelevante, en el sentido de que no puede existir una construcción objetivamente correcta, y los móviles y contextos del autor saldrán seguido a flote.

La visión de los vencidos fue publicada en 1959, al final de una década de prosperidad nacional; pero también una de apertura hacia el exterior, especialmente con Estados Unidos. Muchos aspectos del vecino del norte, el llamado “american way of life” entraron de manera veloz y se incorporaron a la vida mexicana. Fue por lo tanto un periodo en el que la cultura nacional se vio asediada. En este contexto, La visión de los vencidos se presentó como una manera de revindicar a lo mexicano, al pasado glorioso del cual se fundamenta todo nacionalismo.

Me parece, no obstante, que La visión de los Vencidos tuvo un gran peso a nivel mundial, primero por ser el libro de historia mexicano más vendido en el extranjero, por lo tanto, muy influyente en la manera en la cual el resto del mundo concibe la conquista de México Tenochtitlán. Además de ello, inauguró un paradigma en las ciencias sociales, que ha tenido una importancia inmensurable, el de realizar una descentralización de Occidente como objeto de estudio, y enfocarse en lo local. Ello ha sido tomado con mucha fuerza en la antropología y sociología, e impulsó a los movimientos de rebelión contra el sistema de la década de los 60.

Por lo que mucha más allá de la veracidad objetiva de la tesis o la interpretación de Portilla en su obra, es innegable que constituye uno de los pilares historiográficos que sustentan el imaginario colectivo de la conquista española en América, tanto a nivel mundial como nacional, y que su tesis sirvió de base para el cuestionamiento de los discursos hegemónicos que caracterizarían de esa fecha en adelante a las ciencias sociales.